domingo, 28 de abril de 2013

Prologo IV - Misterios en el bosque

Seirhan llevaba un mes desaparecido, así que iban a salir, cuando apareció arrastrando una gran espada; era grande, casi de la altura de Seirhan y bastante ancha, de un color oro apagado, con rombos rojos y morado en la empuñadura y una especie de paleta como guarda, en la que llevaba una cola de zorro. Solo ver la espada algún niño y unos cuantos adultos quisieron golpearle por ese pelo, ya que el zorro era el animal sagrado de ese bosque. Pero en ese instante el herrero fue hacia su hijo y cogió junto con él la espada, que extrañamente era ligera, haciendo que todos los demás se fuesen sin mirarlos siquiera; mientras iban a la herrería pensó que era imposible que no pudiese con ella, pues había visto que tenia en algunas ocasiones más fuerza que él. Cuando llegaron el herrero dejo la espada en el salón al no confiar en lo que hiciesen los demás si la veían, cuando estaban poniéndola en una repisa de la chimenea, Seirhan perdió el conocimiento...