martes, 18 de diciembre de 2012

Prologo II – La infancia de Seirhan



Prologo II – La infancia de Seirhan



Conforme crecía Seirhan todas comprendieron que sus peleas, cuando lo trajeron, realmente no habían servido para nada; Ann era, tal y como habían visto el consejo, la mejor madre que podría tener un niño. Los cuidados de los herreros le hacían crecer en disciplina, algo que muchas no conseguían con sus hijos, mientras que en ellos parecía natural que fuese así y sin duda también en presencia, algo que parecía natural en él. Pero había algo extraño en Seirhan, siempre estaba triste, incluso cuando era un bebe y todos le mimaban, incluso más de lo que jamás habrían hecho por sus hijos, lo estaba y Ann opinaba que le entristecían aún mas esos mimos que le daban, así que pidió que no le diesen tantos, lo cual empezaron a hacer a partir de ese momento.


Pero no solo los adultos le valoraban, también sus compañeros de clase veían en él algo que era diferente y ninguno se extrañaba cuando faltaba a clase para irse al bosque, simplemente consideraban que debía ser así. Incluso Dilkan — que ya había llegado a los 40 para el momento en que Seirhan entró en la escuela y demostró que era el más capacitado de sus alumnos — le favorecía pues debía informar a sus padres sobre sus ausencias y las olvidaba; todos le cubrían esas escapadas porque les parecían lógicas de alguna forma.

Una tarde, después de la escuela, se fue hacía el bosque, pues habían escuchado un susurro en la distancia mientras estaban en el recreo y el guardabosques se había ido hacia otra zona unos días antes. Seirhan espero toda lo que quedaba de mañana, pero finalmente se fue diciendo que volvería pronto, pero ese día no volvió y Ann se impacientó, pues Seirhan llevaba casi 12 años con ellos y nunca había venido después de la medianoche y algo le decía que esa vez si lo haría.


Tal y como temía Ann no apareció y Jorge reunió un grupo de personas, pero cuando empezaba a ocultarse el sol algunas sombras les asustaron a todos, así que volvieron a la aldea y cerraron sus puertas. Todos los días Jorge iba al bosque y solo algunos de los que le acompañaron el primer día iban con él, aunque cada vez menos, llamaban a Seirhan y ni siquiera se oían entre ellos vislumbrando a los otros bastante, después de 9 días de búsqueda pensaron que el siguiente sería el último. Cuando llegaron a la aldea después de perder toda esperanza vieron como Gabriel había regresado ese día y como había convencido a algunos de ir al bosque, solo decírselo a Jorge se animó a seguir intentándolo.

La salida se retraso por la niebla, aunque todos sabían que era justo el día que se encontró a Seirhan, muchos dudaban de encontrarlo y mucho menos vivo, seguía siendo un niño sin entrenar para vivir todo ese tiempo en el bosque. Cuando ya habían reunido lamparas para ir a buscarle oyeron unos pasos por la calle, una parecía de un adulto y la otra no se notaba quien lo daría, cuando vieron los contornos de quien venia, notaron que el pequeño de los dos era Seirhan y el herrero corrió hacia él, abrazándolo en cuanto estuvo a su lado.


Lo siento, es que encontré a esta mujer en el bosque y no quería abandonarla, al parecer unas sombras querían llevársela y...
Lo comprendo Seirhan, ahora ambos deberíais descansar, vamos a casa. Eres un buen niño, pero otra vez no nos asustes tanto.
Ya no es niño – dijo un susurro en el aire, pero que todos oyeron – ahora es un joven.

Todos temblaron al oírlo, pues esa voz zorruna pertenecía a su protector y había rectificado a un padre por primera vez en muchos siglos, ninguno recordaba si realmente alguna vez lo había hecho. Pero se dieron cuenta que Seirhan había dicho esas palabras como si fuese un joven de más edad, tal y como había dicho el zorro.

Seirhan asintió a lo dicho por su padre, mientras tanto Jorge cogió de sus brazos a la mujer que había encontrado y se la llevo hacía su casa, cuando llego a donde estaban los que iban a salir, fueron ellos los que dijeron que no hacían falta las gracias, pues se alegraban de que hubiese vuelto sano y salvo, como parecía estar completamente. Algunos se ofrecieron a ayudarle a llevar a la mujer, pero Jorge les dijo que no, pues todos los que se ofrecieron tenían hijos en la clase de Seirhan y se alegrarían de saber que estaba en la aldea.


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